Doctrina
Jun
30
2016

La democracia como proceso de deliberación colectiva. El discurso público en la Atenas Clásica

El
objetivo de este trabajo es proponer la posibilidad de pensar la
democracia como un proceso de deliberación colectiva, en
contraposición a un mero resultado de agregación de preferencias
individuales.
Tomando
en cuenta que la toma de decisiones es un proceso complejo en el cual
el agente debe ponderar entre varias alternativas y dar razones para
realizar una u otra acción, se revisa de qué manera la teoría
política moderna da cuenta de esta complejidad.La tradición
contractualista más democrática intenta responder esta pregunta de
dos maneras: buscando un consentimiento subyacente al acuerdo
político que permitiría la vida en comunidad, por un lado; o
intentando legitimar las decisiones políticas a posteriori,
preocupándose de asegurar la posibilidad del
ciudadano
para deliberar sobre las decisiones que el poder toma. Pero se evalúa
que ambas propuestas son insuficientes para explicar la naturaleza de
la deliberación, y esa insuficiencia teórica tiene como correlato
práctico una opinión pública totalmente separada del
funcionamiento de las instancias resolutorias estatales.
Se
propone que la democracia ateniense pueda ser un buen punto de
partida para investigar en qué sentido una forma de organización es
un proceso de discusión comunitaria.
Para
ello se trata la aparición del logos, o la mediación del discurso,
según se aprecia en la figura de los sofistas, y en las comedias de
Aristófanes que ridiculizan la asamblea, la filosofía y los
tribunales populares. La separación entre retórica y dialéctica
hecha por Platón reconoce también este hecho, al oponerlas como
prácticas para elegir a la segunda sobre la primera.El objetivo de
esto es mostrar que el discurso no es tan relevante como la
organización que él adoptaba: existe una cierta articulación
política que le entrega un poder inusitado al discurso, que
convierte a la persuasión en un problema para algunos. La hipótesis
es que la razón de esa inesperada fuerza está en los principios que
operaban en la sociedad ateniense, es decir, en las condiciones
materiales donde se ejercía la persuasión. Cada uno de los tres
principios, comprendidos como formas de igualdad, se contrastan con
el entendimiento de sus equivalentes modernos. La isonomía, o
igualdad ante las normas, denotaba la facilidad de intervenir para
todos por haber pocos presupuestos de conocimiento y experticie en la
deliberación. La isocracia, o igualdad en el poder, reflejaba una
forma de ciudadanía activa que otorgaba poder dentro de la
particular organización de la polis ateniense, donde la ciudadanía
tenía implicancias económicas fuertes. Finalmente la isegoría, o
igualdad de palabra, implicaba comprender que cada votante era a la
vez un potencial orador, y que cada uno hablaba por sí mismo. Estos
tres presupuestos permitieron que la democracia fuera un proceso de
deliberación colectiva, más que una mera votación que arrojaba
resultados. Por último, se observa cuál es el significado que tiene
la democracia en su modalidad moderna, que es la representación y la
consecuente enajenación del poder público.

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