la
llamada «prueba
científica» constituye uno de los frentes
de modernización más importantes del
actual modelo de proceso penal. La
aplicación procesal de los
avances científicos y técnicos contribuye
sin duda a la averiguación de los
hechos en la justicia
penal, a veces con instrumentos decisivos como el
ADN, pero también abre incertidumbres
y exige cautelas, señaladamente en
cuanto al respaldo y fiabilidad de las
nuevas técnicas y en cuanto a la
protección de las garantías y
derechos fundamentales de contenido material
y procesal. En este contexto debe
situarse el análisis del llamado test
P300 y los requisitos de su
utilización en el vigente proceso penal.
El mencionado test consiste en una
técnica electroencefalográfica capaz
de detectar estímulos neurológicos emitidos por nuestro cerebro
que permitirían comprobar si
un sujeto almacena información relevante
relacionada con un hecho delictivo.
Esta técnica, tradicionalmente
utilizada en
el ámbito médico
para la detección de ciertas disfunciones, ha
irrumpido en nuestro sistema judicial como una
prueba científica no exenta de críticas,
tanto en cuanto a su legalidad
como en cuanto a su grado de cientificidad.En las siguientes
líneas tratarán de disiparse algunos mitos que rodean a esta
nueva diligencia de investigación así
como establecer ciertas directrices para que
su empleo en nuestro proceso penal pueda llegar a ser
plenamente efectivo.
Doctrina
Abr
11
2016
El uso del test P300 en el proceso penal español: algunos aspectos controvertidos
Por: Ana Sánchez Rubio
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