Internet
y las redes sociales constituyen un medio idóneo en términos de
oportunidad criminal. La ausencia de responsables de
los contenidos que se introducen o
de las actividades que se puedan
realizar en ese entorno, el relativo
anonimato del
usuario y el modelo
de privacidad que se está imponiendo –
sobre todo entre los jóvenes –facilita y potencia los
comportamientos criminales en el entorno virtual. A lo anterior se
unen las dificultades de persecución penal, propias de un sistema
jurídico qu
e reacciona con lentitud en un escenario que le es
ajeno y prácticamente desconocido. Entre ellas, la falta de
experiencia social y jurídica en este ámbito; el
cambio de paradigma jurídico que
supone aplicar las normas vigentes a
una población e incluso a
un
territorio indeterminado, globalizado; los
tiempos de reacción desde que
aparecen estas conductas hasta que son
finalmente perseguidas; la disgregación normativa
existente; los paraísos tecnológicos; o la
difícil adecuación del derecho de
prueba, por citar los más relevantes.
Por todo lo dicho, tras analizar los riesgos y las
dificultades señaladas, y partiendo siempre de una valoración
positiva de estos avances tecnológicos, se
proponen algunas medidas que, entiendo,
pueden servir para reducir la aludida
oportunidad criminal que amenaza, sobre
todo, a los menores de edad, por
ser los usuarios habituales de
internet.
Con ello se pretende provocar el debate sobre cuestiones clave como
son el anonimato en internet y el valor del consentimiento otorgado
por un menor de edad a través de estos canales de comunicación.
Doctrina
Dic
10
2015
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