La columna intenta reflexionar sobre las dificultades para enfrentar la crisis carcelaria tucumana, que viene desde 2015. Repasa anuncios, idas, vueltas e intervenciones (o no intervenciones) de los tres poderes del Estado. Suena pesimista, pero a la vez, realista sobre el horizonte, que interpreta no es la construcción de más lugares de detención (por otro lado, a simple vista insuficientes) sino más inclusión, a riesgo de ser tildada de estúpida.
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