En Colombia no existe un único modelo de pena
privativa de libertad.
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En realidad, existe un archipiélago carcelario
en correlación con la
estructura social, en el que se sobreponen unos
sobre otros, como si
de capas se tratase. Y en su parte más profunda
se mantiene, subsiste,
una modalidad punitiva con claras similitudes a
las mazmorras de la
Edad Antigua. Una pena que afecta de forma
profunda los derechos más
básicos de los internos y que se puede considerar,
sin paliativo
alguno como una pena cruel, inhumana y
degradante. A pesar de este
reconocimiento, por parte de la Corte
Constitucional colombiana, desde
su sentencia de 1998, la situación se mantiene.
En este trabajo se
propone su definitiva abolición y se señalan
algunas acciones
necesarias para realizarlo.
Doctrina
Feb
14
2018
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