La Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre drogas, que tuvo lugar en Nueva York en abril de 2016, fue aclamada como una oportunidad para que la comunidad internacional pudiera “mantener un debate amplio y abierto que tenga en cuenta todas las opciones”. Aunque la UNGASS se caracterizó por muchas deficiencias y decepciones, representó, a pesar de todo, un momento decisivo para la reforma de las políticas de drogas a escala mundial. Puede que el documento final (también llamado ‘documento de resultados’) no aporte la auténtica evaluación a la que aspiraban Colombia, México y Guatemala cuando propusieron que se celebrara la Sesión Especial, en 2012, pero sí integra algunos términos progresistas con respecto a varios ámbitos clave, como los derechos humanos, el desarrollo, el género, la proporcionalidad de las penas, el acceso a los medicamentos fiscalizados y las medidas alternativas en lo que respecta a la condena o la pena. También es positivo que el texto mencione de forma explícita ciertas intervenciones de reducción de daños, como la prevención de las sobredosis (naloxona) y el tratamiento asistido con medicación, a pesar de que, una vez más, el término en sí no sobreviviera a las negociaciones.
La próxima oportunidad para seguir impulsando los avances alcanzados en la UNGASS llegará en 2019, año en el que se deben revisar la Declaración Política y el Plan de Acción vigentes. En estos momentos, aún no existe un acuerdo formal sobre lo que sucederá en 2019, por lo que se presenta, fundamentalmente, como un libro en blanco. Esta nota desgrana algunos de los temas principales y los posibles escenarios para 2019/2020, partiendo de las lecciones aprendidas con el proceso que se acordó en 2008 y 2009, cuando se planificó por última vez la renovación de una Declaración Política sobre drogas.
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