En abril de 2016 se llevó a cabo en New York la tercera Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas en torno a la cuestión de las drogas (conocida también como UNGASS 2016). La reunión se realizó como respuesta al llamado de un grupo de países latinoamericanos – Colombia, Guatemala y México – a repensar y reorientar la política de drogas. El mandato dado a la ONU y acordado por los países para esta sesión fue “revisar el progreso logrado hasta el momento y analizar los logros y retos pendientes en el combate a las drogas”. Bajo este marco, el Secretario General de esta organización, Ban Ki-moon instó a los países a tener “un debate amplio y abierto que considerara todas las opciones”.
Si bien la Sesión Especial no trajo consigo grandes sorpresas o cambios paradigmáticos, sí hizo evidente que el consenso en torno al prohibicionismo – en su versión más represiva y dura – se ha debilitado. El acuerdo alcanzado por los países en la UNGASS 2016, sobre temas generales y amplios, incorpora un nuevo lenguaje que se aleja de la denominada “guerra contra las drogas”; además, abre la puerta a la flexibilidad para formular y aplicar políticas de drogas en el ámbito nacional. Desde una perspectiva histórica y desde la orilla de América Latina, estos no son cambios menores y abren el camino para reformas progresivas. El desafío principal para transitar por esta senda es pasar del debate y el discurso a la acción y los cambios concretos.
A través de este documento el Consejo de Relaciones Internacionales de América Latina y el Caribe (RIAL) se propone hacer un balance de la UNGASS 2016 desde la perspectiva de los países de la región, identificando las lecciones que dejó este proceso y brindando una mirada hacia el futuro, con recomendaciones concretas. El texto que ustedes tienen en sus manos está orientado a la acción, como una apuesta al cambio y la innovación en la política de drogas de los países de la región.
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