En
este artículo se defiende que los
movimientos sociales nacidos en las
últimas décadas, como signo de
resistencia frente a los avances de un
capitalismo cada vez más avaro, han pasado a ser la
nueva clase peligrosa bajo una
racionalidad punitiva que difiere
poco de las anteriores.
La preocupación de los poderes públicos se orienta, una vez
más,hacia una represión indiscriminada que les alcanza a
ellos y, bajo su representación, a
sectores sociales enteros que se han
ido incorporando, casi sin intuirlo, a los usos políticos
de la tolerancia cero. Se trata, también esta
vez, de garantizar la inmunidad de los
espacios públicos, crecientemente privatizados y
controlados, ahora frente a
cualquier disidencia colectiva que
denuncie la injusticia inherente a los retos
de la globalización económica o la irresponsabilidad política de
unos estados que han abominado de sus funciones de provisión social.
Las nuevas leyes españolas de reforma
penal de los delitos de
atentado y desórdenes públicos
y de seguridad ciudadana – que han
entrado en vigor recientemente -se convierten ,
según argumenta la autora, en los
instrumentos idóneos para esa
criminalización.
Sep
21
2015
La criminalización del espacio público.El imparable ascenso de las “clases peligrosas”
Por: AA.VV.
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